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El secreto de la longevidad, por Yoga Vasistha

 

No contemplo ni el pasado ni el futuro: mi atención está constantemente dirigida hacia el presente.

Hago lo que hay que hacer en cada momento, sin pensar en los resultados de mi acción.

Sin calcular lo que es o lo que no es, lo deseable o lo indeseable, permanezco en el ser y soy feliz, sano, libre de toda angustia y de toda preocupación.

No alimento vanas ideas de alcanzar esto o librarme de aquello.

En ningún momento y en ningún lugar alabo ni censuro a nadie, ni a mí mismo.

Mi mente no se siente satisfecha por haber conseguido algo ni se deprime cuando siente algo desagradable:  esa es la causa de mi estado saludable y dichoso.

No me preocupa la idea de la vejez o de la muerte, ni la obtención de la felicidad, ni pienso en unas cosas como mías y en otras como no mías.

Ni la fortuna ni la adversidad me perturban cuando se plantan ante mi, porque las considero con una visión ecuánime, como considero uno de mis brazos igual al otro.

Nada de lo que hago está manchado  por el deseo o por el lodo del sentimiento del ego, no me sube a la cabeza el poder ni me humilla la pobreza.

No tengo esperanzas ni expectativas y hasta la cosa más vieja y desgastada la miro con ojos frescos, como si fuera nueva.

No pertenezco a nadie ni nadie me pertenece a mi.

Sé que soy el mundo con todos sus acontecimientos y toda su inteligencia.

Éste es el secreto de mi longevidad.

De Yoga Vasistha

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